Música en gravedad cero: así serán los instrumentos de los viajes espaciales

De alguna manera, el espacio y la música han estado siempre relacionados. El mito pitagórico de la armonía de las esferas como una escala de sonidos perfecta y equilibrada, hermosa en sí misma pero imperceptible para nuestros oídos tuvo influencia en toda la cultura clásica. A ella hicieron referencia Platón y Aristóteles. También después numerosos astrónomos, durante la Edad Media y el Renacimiento (Johannes Kepler entre ellos) hicieron referencia a la distancia entre los planetas y su equivalencia con las notas musicales. Y aunque la teoría pitagórica no fuese del todo certera -al menos no desde una lectura puramente científica, puesto que hay quien la ha interpretado también como un recurso místico- la belleza de su planteamiento nunca nos ha abandonado. Incluso la NASA ha publicado en distintas ocasiones como “suenan” los planetas de nuestros sistema solar cuando orbitan (en realidad se trata de ondas electromagnéticas convertidas luego en sonidos perceptibles por el oído humano). Y, de forma más prosaica, el astronauta Chris Hadfield se despidió de la Estación Espacial Internacional después de cinco meses alojado en ella grabando el Space Oddity de David Bowie. El vídeo con su canción fue un éxito rotundo en YouTube donde todavía sigue acumulando reproducciones, y Hadfield ocupó minutos de televisión en todo el mundo.
Albert Barqué-Duran y Marc Marzerit, integrantes de Zero Gravity Band, no pueden compararse en horas y experiencia de vuelo con el astronauta canadiense. En cambio tienen mucho que enseñarle en cuanto a teoría y práctica musical. Barqué-Duran es investigador y artista de la universidad de Londres, mientras que Marzerit es músico, compositor, ingeniero de sonido y productor. Juntos se embarcaron en el proyecto TZGB, una producción de la Fundación Quo Artis (entidad que busca generar conexiones entre el arte, la ciencia y la tecnología a través del trabajo colaborativo de profesionales en estos campos), en la que los dos, junto a otros artistas, experimentaron la creación e interpretación de música en condiciones de gravedad cero. Una de las artistas que se sumó al vuelo fue la chilena Nicole L’Hullier, creadora de un nuevo y peculiar instrumento musical, el telemetrón, “creado para ser utilizado en gravedad cero”.
La intención del proyecto es reflexionar y teorizar sobre cómo la producción artística y la percepción de las obras está influida por las fuerzas gravitatorias. Además de investigar la realización de creaciones musicales en gravedad cero. En realidad, como siempre en que hay implicados verdaderos artistas, la ambición es mayor… así lo expresa Barqué-Duran cuando explica que su idea es “explorar cuáles podrían ser las posibles implicaciones culturales que surgen tras esta idea de marcharnos a vivir a otros planetas”. O, lo que es lo mismo, preguntarnos cómo y cuánto cambiaremos cuando por nos convirtamos en una especie interplanetaria.
Edición:  Maruxa Ruiz del Árbol | Mikel Agirrezabalaga 
Texto: José L. Álvarez Cedena

Comentarios